El presidente afirmó que las embarcaciones estaban vinculadas al narcotráfico; Venezuela denunció una agresión militar y exige respuestas en foros internacionales.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este martes que las fuerzas estadounidenses han interceptado y atacado tres lanchas venezolanas en el mar Caribe, bajo la acusación de que transportaban cargamentos de narcóticos con destino a su país.
De acuerdo con el reporte entregado por Trump, el primer operativo se produjo el 2 de septiembre, en el que murieron 11 personas presuntamente vinculadas a estas redes. Posteriormente, el 15 de septiembre se registró un segundo ataque, que dejó 3 fallecidos. El expresidente añadió que se llevó a cabo un tercer incidente en aguas internacionales, aunque hasta ahora no se ha confirmado si hubo bajas.
El gobierno de Venezuela reaccionó con un fuerte pronunciamiento, calificando las operaciones como un acto de agresión militar que, según Caracas, constituye una violación de la soberanía nacional. Autoridades venezolanas anunciaron que elevarán el caso a instancias multilaterales para denunciar lo que consideran un “ataque unilateral” por parte de Washington.
Por su parte, Estados Unidos sostiene que las acciones se enmarcan dentro de las normas internacionales adoptadas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, las cuales habilitan operaciones de interdicción en casos de amenazas transnacionales. Según Trump, la medida responde directamente a la lucha contra el narcotráfico en la región.
En su declaración pública, Trump envió un mensaje directo al presidente venezolano, Nicolás Maduro: “Dejen de enviar drogas a Estados Unidos”. Estas palabras refuerzan el discurso de la Casa Blanca, que en los últimos años ha vinculado reiteradamente al gobierno venezolano con estructuras de tráfico ilegal de estupefacientes.
Hasta el momento, no se han entregado pruebas independientes sobre los hechos, y organismos internacionales no han emitido una postura oficial. Sin embargo, el tema comienza a generar tensiones diplomáticas adicionales entre Caracas y Washington, en un contexto marcado por las sanciones económicas, la crisis migratoria y las acusaciones mutuas de desestabilización política en el continente.