Uniban, Banacol y Fundeban lideran iniciativas ambientales y sociales que muestran cómo el sector bananero cultiva productividad con compromiso ambiental y bienestar comunitario.
La sostenibilidad: una prioridad para los productores bananeros en Colombia
La producción de banano, motor económico de regiones como Urabá, Magdalena y el Caribe colombiano, está atravesando una transformación silenciosa pero profunda: la integración de la sostenibilidad como eje estratégico de su modelo productivo. Más allá del cultivo y exportación, las empresas del sector están asumiendo una responsabilidad activa con el medio ambiente, la cultura y el tejido social de las comunidades donde operan.
Uniban, uno de los principales referentes del sector, reportó en 2024 importantes avances en conservación ambiental: 17 fuentes hídricas protegidas en Magdalena y Urabá, además de 117 hectáreas reforestadas en áreas estratégicas. Estas acciones no solo preservan la biodiversidad local, sino que contribuyen a la resiliencia ecológica de territorios altamente sensibles al cambio climático.
Por su parte, Banacol ha desarrollado una estrategia integral de sostenibilidad, con resultados medibles y reconocidos. Su enfoque abarca la conservación del agua, gestión de residuos, protección de ecosistemas y acciones concretas contra el cambio climático. La empresa mantiene vigente su certificación de Carbono Neutro otorgada por ICONTEC desde 2022, gracias a iniciativas como la conservación de 182,15 hectáreas y la siembra de más de 22.000 árboles nativos.
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Este compromiso también se refleja en el ámbito social. En 2024, los programas de Banacol, centrados en formación, deporte, vivienda y salud, impactaron positivamente a 27.199 personas, confirmando que el desarrollo sostenible no es solo ambiental, sino también humano.
En la misma línea, Fundeban, la fundación social de Tecbaco, demostró cómo el arte y la cultura pueden ser herramientas poderosas de transformación social. Su proyecto Ruta Banarte, desarrollado en el municipio de Zona Bananera, convirtió un contenedor de banano en un espacio cultural vivo, donde niños y jóvenes acceden a talleres gratuitos de danza, teatro, pintura, música y manualidades.
Estas experiencias muestran que el sector bananero colombiano no solo está exportando frutas: también está sembrando futuro. Con prácticas sostenibles, alianzas comunitarias y un enfoque holístico de desarrollo, estas empresas están demostrando que es posible hacer empresa con responsabilidad y visión de largo plazo.