Enrique Sánchez Canuto y su madre, Maribel Canuto, operaban para La Familia Michoacana un anexo para alcohólicos en el municipio mexiquense de Jocotitlán, que fungía como punto de venta de drogas, sitio de reclutamiento de jóvenes para el crimen organizado y fosa clandestina.
En el mismo predio donde se encuentra el centro de rehabilitación “San Judas Tadeo”, está la casa de El Canuto, como se le conoce a Enrique, y otra casa de su hermanastra. En este terreno fue encontrada el pasado 18 de marzo una fosa clandestina.
MILENIO ingresó al terreno y constató que había otras zonas con tierra revuelta donde la autoridad ministerial no ha realizado inspecciones.
De acuerdo con las investigaciones de la Fiscalía del Estado de México, en la fosa se encontró el cuerpo de Juan Pablo Antonio Lara, joven de 21 años de edad que había sido reportado como desaparecido el 9 de enero pasado.
Las indagatorias señalan que Juan Pablo operaba una grúa de autos y al acudir a un llamado el pasado nueve de enero fue secuestrado. Sus plagiarios, que se ostentaron como miembros de la Familia Michoacana, pidieron 60 mil pesos de rescate y enviaron a los familiares de Juan Pablo un video en el que se alcanza a apreciar que el joven tenía el cuello envuelto en cinta plástica azul.
Los familiares de Juan Pablo pagaron 8 mil pesos para que lo dejaran libre, sin embargo no fue suficiente para los secuestradores que les dijeron: “ahí lo van a recoger, ahí enterrado”. No volvieron a saber de él, hasta que fue desenterrado del centro de rehabilitación de Jocotitlán, envuelto de pies a cabeza en la misma cinta plástica azul.