El verano boreal pasado, con incendios arrasando el Mediterráneo, las carreteras hundiéndose en Texas y las olas de calor poniendo a prueba las redes eléctricas en China, no sólo fue el más cálido registrado, sino el más caluroso de los últimos 2,000 años, según un nuevo estudio.
Científicos europeos determinaron el año pasado que el periodo comprendido entre junio y agosto había sido el más caluroso de los registrados desde 1940, un claro indicio de que el cambio climático está alimentando nuevos fenómenos extremos.
Pero el calor del verano de 2023 en el hemisferio norte también eclipsa los registros en un espectro temporal mucho más amplio, según un estudio publicado el martes en la revista Nature.
El coautor del estudio, Jan Esper, científico del clima de la Universidad Johannes Gutenberg de Alemania, afirmó que “cuando se observa el largo barrido de la historia, se puede ver lo dramático que es el calentamiento global reciente”.
Según la investigación, en el verano de 2023 las temperaturas terrestres entre los 30 y los 90 grados de latitud norte alcanzaron 2.07 grados Celsius más que los promedios preindustriales.
Los científicos utilizaron registros de estaciones meteorológicas que se remontan a mediados del siglo XIX, combinados con anillos de miles de árboles de nueve lugares del hemisferio norte, para recrear cómo eran las temperaturas anuales en un pasado lejano.
El verano pasado fue 2.2 ºC más cálido que las temperaturas medias estimadas para los años comprendidos entre el 1 y el 1890, según las mediciones de los anillos de los árboles.